Últimamente
me
estoy poniendo serio con mis estudios
por
eso voy a clase
y como es como si no estuviera
las
lecciones de Geografía Humana
me
están regalando muchos poemas.
Aquí
sigo dormido en la caja de cerillas
pidiendo
un poco de gasolina.
Desde
la ventana no puedo ver demasiadas cosas
pero
sí que recuerdo otras ventanas en pisos más altos
en
un décimo apurando el trabajo de las pirámides
en
un decimoprimero poniendo en la puerta
del
despacho de nuestra profesora:
“Ahora
vuelvo, que estoy chupándosela a mi jefe”
en
un decimosegundo atrancando ascensores
con
25 personas para la capacidad de 18…
¡Eso
sí son ventanas!
Y
desde ahí sí que recuerdo,
como
los niños -que escuchan lo que negamos-
que
volar es fácil
y ver
en
las inmaculadas fachadas de Caminos
el
humo que asciende por la Historia
hasta
1936 de forma figurativa
y desde entonces, y hasta Dios sabrá cuando
un
humo que se pega
como
si fuesen cadáveres ahumados
o una humanidad que sigue ascendiendo por el cielo
al
mismo ritmo que miro las cerillas
con
la angustia de verse repetir las cosas.
el
humo viejo nos deja una ciudad universitaria
gris
de tanta materia
gris
de tan pocos momentos
de
esos que necesitamos.
Cuando
las cosas estén verdaderamente feas
y dejemos la caja vacía de cerillas
y la calle sea la solución
aunque
no se si definitiva
espero
y tampoco se si temo
espero
no
acordarme
en
ese momento
y en esa sangre
de
este poema.
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