Todo comienza con un simple
título,
no importa apenas si aparece tu
nombre
o cualquier secreto que quisieras
contarme,
sólo yo sé como empezará todo,
porque me encargo de darle
cuerda poco a poco a las noches
aunque ellas sepan demasiado bien
que todo tiene que seguir hasta
tu perfume.
Otra vez, un poco más lejos del
parque
desde donde los suspiros partían
lejanos
más allá de cualquier horizonte
gris,
nos acabábamos el último aire de
elegancia
que surgía de nuestros labios.
Ambos le buscaremos nuestro sentido
al último o al primer verso de
este poema,
por fin comprenderemos porque la
espuma
del mar enfurecido grita tu
nombre,
porque entre los raíles de los
trenes
apareces y desapareces como un
espejismo.
Todo tendrá su razón, y apenas
quedará
nada por decirnos,
simplemente nuestros números de
teléfono.
Nos conocemos demasiado.
Porque ya todo tiene sentido,
me sé el laberinto de tu espalda
y ya soy
incapaz de perderme.
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