sábado, 30 de abril de 2011

El gigante

A Álvaro.

El gigante se imponía
infranqueable
una torre de odio,
por un llanto no nacido.

En la cárcel dañina
limada por las inquietudes
de una noticia,
de un sentimiento
de una lágrima.

El gigante se imponía,
tenazas opresoras,
de la luz, ahora extinta.

Roca esponjosa en su interior,
resquebrajada
sólido caparazón lo cubría
gris mortecino.

El gigante se imponía
atemorizante, insensible,
invasor, sin dejar nada a su paso.

jueves, 28 de abril de 2011

Amor de ascensor

Al abandonar el hogar
me recibe su melodía,
es ella, amor de Platón,
viento que ahuyentas
las nubes de mi cielo
y me acaricias con tu piano.
Si la suerte me acompaña
nos encontramos en el ascensor:
miradas al suelo,
mejillas sonrojadas,
tenue sonrisa,
conversación disimulada,
apenas un minuto
y el breve roce de su mano
ella mujer, yo niño,
yo guitarra, ella piano.

miércoles, 13 de abril de 2011

La falla

Se queman en madera
podrida,
los sentimientos.

El fuego mágico,
violines encendidos de
ilusiones susurradas,
mis sueños.

Lluvia de fuego,
papel roído, ratón de gas,
trifulca voluntaria,
agua que enciende,
el humo de los gritos.

Noche cerrada,
madera podrida.

martes, 12 de abril de 2011

La fortaleza Roja.

Y te asomas cada noche,
mirando al empedrado gris
mojado y solo, en el invierno.

En la primavera, atónito observas
el cristo de los Gitanos,
mirando al cielo
recorriendo el empedrado rojo,
por los pétalos de rosas.

A su lado,
transcurre el río, con paso
vacilante cargado de tristeza
dejando atrás puentes, besos,
miradas y sueños.

Traspasando su tristeza,
está la fortaleza roja,
que contempla su ciudad
como una madre mira
al recién nacido.

En la ventana
hay dos mundos,
el mundo, y mi mundo.

La novena Hermana.

La encontré, ella era
dulcemente agresiva
golpea fuerte el sonido,
lo causa, lo transmite.
Rehace la realidad
a su deseo melancólico.

Fugaz vía de escape
de una realidad,
cobarde y solitaria.
impone el ritmo,
mueve conjuntos,
mar
aire
yo.

Te envuelve como
cárcel intangible
sin salida próxima,
incontrolable es,
novena hermana de
un genio padre,
sordo.

lunes, 11 de abril de 2011

Tic, Tac

Para Miguel López

Hábil trabajador del tiempo
es el maestro relojero
siempre encerrado en su taller
rodeado de herramientas y engranajes,
técnico a la par que creativo
da forma a las horas y los minutos.
Cada mañana al despertar
da cuerda al reloj del mundo,
ese que a todos nos mueve
y suena como su corazón: TIC, TAC

Mi lugar

En los días en que mi cuerpo
es incapaz de contener mi alma.

En los días que no recuerdo
el sabor de aprender de los errores.

En los días en que aparece su recuerdo
y ningún arpegio puede llevárselo,
es entonces cuando huyo a mi lugar
equipado con guitarra papel y pluma,
allí, frente al gigante rojo,
escuchando el fluir del río,
respirando un aire dulce e inciensado
mientras Nicolás me susurra
versos que escribir y notas que tocar.
Es allí donde soy yo de verdad,
es allí donde soy feliz.

Ya no soy tu siervo


Creí poseerte en mi vaso
pero fuiste un veneno turbador
te vestiste de doncella
diablo, sangre roja
flechas de Baco
que me llevaron al Jardín de las Delicias
alegría en la decadencia humana
mientes y corrompes
me prometiste la vida,
me prometiste dulces labios
cielo pagano
ya no soy tu siervo

Fumar un cigarrillo

Como si me fumase un cigarro
los codos sobre la baranda
así miraba la espuma del mar
estrellándose contra el acantilado
el humo eran esos buenos tiempos
que retornaban a mis ojos viejos
pero ya sólo eran, el mismísimo pasado
sus puñaladas me cercenaron la espalda
ahora sólo quedaba de ellos ese humo vacilante
que se perdía en cualquier estación de tren
ya no duele, más bien, ya no duele tanto…

domingo, 10 de abril de 2011

Esa sonrisa...

Esa sonrisa con la que me recibías
mientras el agua huía de las granadas
arrastrada por la brisa de tu melena
envolvía nuestro abrazo, refrescándonos.

Siempre sostenía tu mano,
cadena de diamante puro
que me permitía soñar despierto a la vez
 que hacer una realidad de mi sueño.

Con el tiempo el agua evapora,
las cadenas quedan inservibles
pero aún me tortura
esa sonrisa con la que me recibías.