sábado, 30 de abril de 2011

El gigante

A Álvaro.

El gigante se imponía
infranqueable
una torre de odio,
por un llanto no nacido.

En la cárcel dañina
limada por las inquietudes
de una noticia,
de un sentimiento
de una lágrima.

El gigante se imponía,
tenazas opresoras,
de la luz, ahora extinta.

Roca esponjosa en su interior,
resquebrajada
sólido caparazón lo cubría
gris mortecino.

El gigante se imponía
atemorizante, insensible,
invasor, sin dejar nada a su paso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario