Al abandonar el hogar
me recibe su melodía,
es ella, amor de Platón,
viento que ahuyentas
las nubes de mi cielo
y me acaricias con tu piano.
Si la suerte me acompaña
nos encontramos en el ascensor:
miradas al suelo,
mejillas sonrojadas,
tenue sonrisa,
conversación disimulada,
apenas un minuto
y el breve roce de su mano
ella mujer, yo niño,
yo guitarra, ella piano.
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