sábado, 29 de septiembre de 2012

Especial


Era un olor tan ajeno e intenso
como un resplandor deshojando una duda,
pero no era especial.

En la calle todas las puertas
respondían al mismo sonido,
un paso breve y suave,
como el veneno de un escorpión,
se colaba por la necesidad
de volver a vernos.

Tumbado en la cama
reflexiono sobre la última noche
y la ilegalidad de cualquier movimiento
que pudiera darle sentido a tu pelo,
ese mar de la ignorancia infinita.

Todavía me pregunto cómo entraste
por la fría y sucia gruta de mis besos,
cómo pasaste el bosque oscuro
de los versos que se colaban por mis labios.

Pero ya no hace falta suponer,
el veneno me ha comido por dentro,
ya no importa cómo entraste,
ni si tus colmillos que se turbaban salvadores
me arrastraron hasta aquí,
este lugar donde le encuentro significado
a un olor que antes no era especial.

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