Para vosotros
Recuerdo mis ojos temerosos
deslizarse en despedida
sobre el pájaro de acero.
Era un peligroso juego de amistad
cuando comenzamos
a destrozar el tiempo
mediante unos simples nombres.
La historia decidió amanecer temprano,
tocando puerta a puerta
y ahora amistad a amistad,
llama para despedirse.
No ha sido un simple caminar
todas estas mañanas,
turbias y rezagadas,
eran historias que jugaban
en las esquinas y
que a veces cruzaban juntas
por los semáforos.
Y ahora que ha pasado el tiempo,
nos amenaza el delicado sabor
salino que contienen las llaves
que cerraran nuestros cuartos
y esta historia,
un río que se ahoga
con los kilómetros y los días.
Aunque hemos hecho nuestras
muchas miradas,
alguna sonrisa obligada y
ciertos besos con un límite inseguro,
también podemos decir
que Dublín es nuestra,
más allá de cualquier ondeante
bandera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario