lunes, 30 de julio de 2012

Olvidados naranjos

Han venido los olvidados naranjos,
desarraigados de su patria querida,
a cobrarme los minutos ausentes
de su olor con el canto cercano del mar.

Y parezco un extraño que duerme
más allá de las fronteras nocturnas,
acordándome del último paseo
por la herida luna helada
que recorría esta desilusión
que está cansada ya de despedidas.

Pero no hay camino sin olvido.

Poco a poco la tarde va desnudando
las conchas que deshojaron su color
para recordar su melena en el viento
y romper la distancia abstracta
que inunda nuestros ojos enfermizos.

Huyamos del asesino diario,
busquemos el camino improbable
del reencuentro,
que afloren nuestros deseos
para conocer la tristeza del destino.


Ondeantes Banderas

                                         Para vosotros
Recuerdo mis ojos temerosos
deslizarse en despedida
sobre el pájaro de acero.

Era un peligroso juego de amistad
cuando comenzamos
a destrozar el tiempo
mediante unos simples nombres.

La historia decidió amanecer temprano,
tocando puerta a puerta
y ahora amistad a amistad,
llama para despedirse.

No ha sido un simple caminar
todas estas mañanas,
turbias y rezagadas,
eran historias que jugaban
en las esquinas y
que a veces cruzaban juntas
por los semáforos.

Y ahora que ha pasado el tiempo,
nos amenaza el delicado sabor
salino que contienen las llaves
que cerraran nuestros cuartos
y esta historia,
un río que se ahoga
con los kilómetros y los días.

Aunque hemos hecho nuestras
muchas miradas,
alguna sonrisa obligada y
ciertos besos con un límite inseguro,
también podemos decir
que Dublín es nuestra,
más allá de cualquier ondeante
bandera.


domingo, 15 de julio de 2012

Ni Siquiera


Hoy ni siquiera necesito que aparezcan
las alfombras y los espejos
pero Ángeles Mora sigue
escribiéndome los poemas en la lluvia.

Robándome un segundo antes
una generación antes
un espasmo de rebeldía antes
de que piense cada palabra
como una maleta
como un beso en el portal.

Puede llegar a ser desesperante
cuando las manos agrietadas coinciden
cuando los nombres de un amor son los mismos
cuando hasta esquivar sus palabras
es otra forma de repetir los pasos de una madre.

Ni siquiera necesito abrir las páginas
releerlas
o estar
en las veces que no estuve
sólo me hace falta
salir a tender la prudencia
abriendo el portal
recogiendo el beso empolvado
y la maleta tibia
y huir de casa
sin mirar atrás.